A comienzos de septiembre se llevó a cabo el el 36th Annual Conference of the Association for the Advancement of Industrial Crops (AAIC) y el 1st Intermediate Oilseed Crops Conference (IOCC) 2025, que reunieron a investigadores, productores y representantes de la industria de 22 países para debatir e intercambiar experiencias sobre la implementación de estrategias sostenibles en cultivos industriales.
En el blog de esta semana, nos centraremos en el potencial que tienen los cultivos industriales de aceites intermedios para aportar a la sostenibilidad de diferentes industrias.
¿Cómo los cultivos industriales pueden ser sostenibles?
Los cultivos industriales pueden trabajarse de manera sostenible a través de un enfoque integral que combina innovación científica, manejo agronómico y diversificación de productos.
- Uso de tierras marginales y rotaciones inteligentes: Diversos estudios mostraron que especies como camelina (Camelina sativa), carinata (Brassica carinata), o carraspique (Thlaspi arvense) pueden cultivarse en suelos salinos, contaminados o de baja calidad, evitando la presión sobre tierras destinadas a alimentos. Además, se promueve su siembra como cultivos intermedios o de cobertura, aprovechando los periodos en que los suelos quedan en barbecho. Esto no solo reduce la erosión, mejora la fertilidad y el ciclo de nutrientes, sino que también diversifica las fuentes de ingreso de los agricultores.
- Manejo eficiente de insumos y reducción de la huella de carbono: Presentaciones sobre camelina, carinata y otras oleaginosas intermedias destacaron la importancia de optimizar el uso de fertilizantes, especialmente nitrógeno y azufre, para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero sin sacrificar rendimiento. Modelos como GREET permitieron demostrar cómo una correcta gestión de nutrientes reduce la intensidad de carbono de los bioproductos, facilitando su certificación para biocombustibles como el combustible de aviación sostenible (SAF).
- Innovación genética y mejoramiento de cultivos: Se reportaron avances en genómica y domesticación que aceleran la adaptación de especies a condiciones adversas (como sequía, frío o salinidad) y mejoran su eficiencia en el uso de recursos. Estas mejoras permiten lograr altos rendimientos en suelos de baja calidad y reducen la necesidad de agroquímicos, reforzando la sostenibilidad ambiental y económica.
- Prácticas de manejo regenerativo: Experimentos con biocarbón obtenido mediante torrefacción en sales fundidas evidenciaron su capacidad para aumentar el pH del suelo, mejorar la retención de nutrientes, disminuir la disponibilidad de metales pesados y capturar carbono de forma estable. Este tipo de enmiendas, aplicadas junto a cultivos industriales, contribuyen a la restauración de suelos degradados.
- Valor agregado y bioproductos: La sostenibilidad también se vincula a la creación de cadenas de valor completas. Ejemplos como la producción de biolubricantes derivados de semillas de Orychophragmus violaceus demuestran que cada parte de la planta puede transformarse en productos de alto valor, evitando residuos y aumentando la rentabilidad.
Cultivos Industriales para Bioproductos
En el reciente Intermediate Oilseed Crops Conference (IOCC), celebrado en Alaska, se presentaron avances clave en cultivos industriales que hoy se perfilan como protagonistas en la producción de bioproductos y biocombustibles. Entre ellos destacan camelina, carinata y carraspique, especies capaces de producir aceites de alto valor energético sin competir con cultivos alimentarios.
Camelina, por ejemplo, puede integrarse en sistemas de rotación con trigo o soya, ofreciendo un aceite de alta calidad mientras funciona como cultivo de cobertura que protege el suelo. Carinata, originaria de África, se adapta bien a climas templados y puede sembrarse en invierno, reduciendo la erosión y capturando carbono en un periodo en el que la tierra suele permanecer inactiva. Carraspique, por su parte, está siendo domesticado para producir aceite en el breve espacio entre la cosecha de maíz y la siembra de primavera, lo que permite aprovechar cada centímetro de tierra agrícola sin desplazar cultivos de alimento.
Estas tres especies están siendo utilizadas como materia prima para la producción de Combustible de Aviación Sostenible (SAF).
¿Qué es la aviación sostenible y qué tiene que ver con cultivos industriales?
La aviación sostenible busca reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas por el transporte aéreo, uno de los sectores más difíciles de descarbonizar debido a sus altos requerimientos energéticos. Una de las soluciones más prometedoras es el Combustible de Aviación Sostenible (SAF, por sus siglas en inglés), un biocombustible que puede mezclarse con el queroseno convencional y funcionar en motores actuales sin modificaciones.
Para que un SAF sea considerado verdaderamente sostenible, su materia prima debe tener una baja huella de carbono durante todo el ciclo de vida, desde el cultivo hasta la combustión. Aquí es donde el aceite obtenido de oleaginosas intermedias (camelina, carinata y pennycress) marcan la diferencia. Al cultivarse en tierras ociosas o marginales y requerir menos insumos que los cultivos tradicionales, su producción emite menos GEI. Además, las mejoras genéticas y las prácticas de manejo presentadas en el IOCC —como la optimización del uso de nitrógeno o el relay-cropping (siembra escalonada)— permiten reducir aún más la intensidad de carbono de estos aceites.
Los análisis de ciclo de vida, utilizando herramientas como el GREET model, demuestran que estos cultivos pueden generar SAF con reducciones de emisiones superiores al 60% respecto al combustible fósil, cumpliendo así con los estándares internacionales y accediendo a incentivos fiscales y créditos de carbono en mercados de Estados Unidos y Europa.
Innovación para un futuro sostenible
Los avances compartidos en el IOCC 2025 confirman que el cultivo de oleaginosas intermedias no solo son una fuente renovable de energía, sino también un motor de prácticas agrícolas más responsables. Al integrarse en sistemas de rotación, aprovechar suelos subutilizados y transformarse en biocombustibles de baja huella de carbono, camelina, carinata y carraspique, entre otras especies, ofrecen una solución concreta para impulsar la sostenibilidad en industrias como la aviación y, al mismo tiempo, fortalecer la bioeconomía rural.
Para los centros de investigación y las comunidades agrícolas, estos cultivos representan una oportunidad doble: mitigar el cambio climático y crear nuevos mercados de alto valor.